

Amigos, leemos hoy las líneas iniciales del Evangelio de Mateo, las primeras palabras que uno lee en el Nuevo Testamento. Son una lista de la genealogía de Jesús, las cuarenta y dos generaciones que se extienden desde Abraham hasta Cristo. Si la Palabra verdaderamente habitó entre nosotros, entonces Él fue parte de una familia que, como la mayoría, fue bastante disfuncional, una mezcla de lo bueno y lo malo. Y estas son realmente buenas noticias para nosotros.
Permítanme destacar solo dos personajes de la familia de Jesús. Primero Rut, que no era israelita sino una moabita, una extranjera. Algunos de ustedes que leen esto se sienten como forasteros, sin ser «parte del grupo», vistos con sospecha por los demás. Bien, el Mesías descendía de Rut la extranjera y se complació de ser su pariente.
Luego está Rajab, una prostituta que vivió y trabajó en Jericó. ¿Hay gente leyendo esto que se siente como Rajab? ¿Qué piensa que su vida entera ha estado hundida en el pecado? Bien, el Mesías descendía de Rajab la prostituta, y se complació de ser su pariente.
La buena noticia de la Navidad es que Dios mismo se introdujo en la disfuncional y ambigua familia humana.
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