

Amigos, en el Evangelio de hoy, una vez más, el personaje ardiente y aterrador de Juan el Bautista irrumpe en la escena como el precursor de Jesús. La frase inicial es importante. Jesús pregunta a la multitud: «¿Qué salieron a ver en el desierto?» El desierto es un lugar de sencillez y pobreza, un lugar donde mueren las ilusiones, donde uno confronta la realidad con honestidad y sin concesiones.
La Biblia emplea con frecuencia al desierto como un lugar donde descubrir verdades sencillas y poderosas. El Adviento es, para nosotros, un tiempo de desierto. Nos vuelve a lo fundamental.
Ahora, ¿qué es lo que dice Juan en el desierto? «Arrepiéntanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos» (Mt 3, 2). Esa maravillosa palabra, «arrepiéntanse», implica un cambio de mentalidad y visión. Juan está diciendo a los que escuchan (y a nosotros) que se despierten y estén listos para ver algo. ¿Y qué quiere que veamos? El Reino, el Nuevo Orden, la forma en que Dios hace las cosas. Habrá limpieza, un reordenamiento y una renovación que van a suceder. Y tenemos que estar preparados para ello.
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