

Amigos, el pasaje del Evangelio de hoy identifica la aparición de Juan el Bautista con el esperado regreso del profeta Elías. Juan, el heraldo de Cristo, aparece en el desierto. Aquí él nos representa a todos nosotros en el desierto del pecado, un lugar sin vida. Es como si Juan hubiera ido allí a propósito para recordarnos nuestra necesidad de obtener la gracia.
¿Qué está proclamando? Un bautismo de arrepentimiento. Este es el gran mensaje. Entregar nuestras vidas a un poder superior. La gente viene a él de todos lados, porque en el fondo de nuestros corazones este mensaje resuena.
Muy a menudo en el Antiguo Testamento se les pedía a los profetas demostrar alguna actitud de la gente, tal vez algo que ellos no podían o no querían ver. Bueno, esta tradición continúa aquí: Juan manifiesta a la gente su incapacidad y necesidad ante el Señor. Pero luego, como Isaías, se niega a detenerse allí. Anuncia que viene alguien, que bautizará con el Espíritu Santo.
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