

Amigos, en el Evangelio de hoy Jesús nos dice «Viene el Hijo del hombre, y dicen: “Ése es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y gente de mal vivir”».
La Pascua Judía fue muy importante en la historia de la salvación. Dios ordena a su pueblo que hagan una comida para recordar su liberación de la esclavitud. Esta cena proporciona el contexto para la más profunda reflexión teológica de la comunidad Israelita. Reflexionar en ambas cosas, la amargura de su esclavitud y la dulzura de su liberación son representadas en esta comida sagrada.
La vida y ministerio de Jesús pueden ser interpretados a la luz de este símbolo. Desde el mismo comienzo, fue puesto en un pesebre, para que pudiera ser alimento para un mundo hambriento. La mayor parte de la participación pública de Jesús estuvo centrada en comidas sagradas, donde todos eran invitados: ricos y pobres, santos y pecadores, los enfermos y los marginados. La multitud pensaba que Juan el Bautista era un extraño asceta, pero después llamaron a Jesús un glotón y bebedor. Jesús encarna el deseo de Yahweh de compartir una comida amena con su pueblo.
Y por supuesto, la vida y enseñanza de Jesús llega a una especie de culmen en la comida que llamamos la Última Cena. La Eucaristía es lo que hacemos entre la muerte del Señor y su venida gloriosa. Esta es la comida que anticipa desde hoy la perfecta comida de amistad con Dios.
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